Viajar a Albania significa mucho más que turismo de playa. Un país con una riqueza cultural inmensa y que por suerte todavía no se ha masificado

Este pequeño país balcánico, situado entre Grecia, Macedonia del Norte y el mar Adriático, guarda una diversidad abrumadora: montañas abruptas, playas de aguas cristalinas, ciudades de piedra declaradas Patrimonio de la Humanidad y una historia que ha sabido resistir invasiones, dictaduras y el aislamiento más extremo. Bienvenidos a Albania, el gran secreto de Europa.

Albania resuena cada día más entre los países elegidos como destino vacacional por los españoles, gracias a su variedad y a su excelente relación calidad-precio, especialmente en lo que respecta al alojamiento y la gastronomía. Y es que el país albanés es ideal para quienes buscan autenticidad, aventura y belleza sin multitudes.

Es un país de contrastes. En un solo recorrido puedes pasar de las aguas turquesas del Jónico a los Alpes albaneses, de ruinas grecorromanas a ciudades medievales con fuerte herencia otomana.

Ciudades históricas, cultura viva y hospitalidad

A pesar de su pasado aislado durante décadas bajo el régimen comunista de Enver Hoxha, Albania ha sabido abrirse al mundo progresivamente desde 1991 sin perder su autenticidad. Sus pueblos respiran hospitalidad, y sus gentes, muchas veces tímidas al principio, muestran un sincero interés por el viajero.

En ciudades como Tirana, su capital, se mezcla el legado comunista con una vibrante renovación. Sus calles coloridas, los cafés modernos, el arte urbano, una vida nocturna en auge y los restos de su historia reciente ofrecen un panorama sorprendente. Y a tan solo unos kilómetros se encuentra Kruja, una encantadora localidad medieval que fue símbolo de resistencia al Imperio Otomano y cuyo bazar tradicional aún late con vida.

Uno de los lugares más especiales es Gjirokastër, la llamada ciudad de piedra. Sus casas con tejados grises, calles empedradas y el castillo que corona la colina nos transportan a siglos atrás. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura otomana del sur de los Balcanes.

Vista de la fortaleza de Gjirokastër

La fortaleza de Gjirokastër se conserva en un estado fantástico

Berat, por su parte, es la ciudad de las “mil ventanas”, con fachadas blancas apiladas en la colina, también protegida por la UNESCO. Pasear por su ciudadela al atardecer, entre ruinas e iglesias ortodoxas, es una experiencia única.

Otro punto imprescindible es las ruinas de Butrinto, un enclave arqueológico que reúne ruinas griegas, romanas, bizantinas y venecianas en medio de un paisaje de lagunas y marismas. Un lugar que cuenta la historia de civilizaciones enteras, ahora rodeado por la calma de la naturaleza.

Durrës, en la costa, es una mezcla de historia romana y veraneo moderno. Aunque urbanizada, conserva cierto encanto mediterráneo.

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Sabores balcánicos con identidad propia

La cocina albanesa es sabrosa y sincera. Influida por la tradición mediterránea, otomana y balcánica, se caracteriza por el uso de ingredientes frescos: quesos, aceitunas, carne de cordero, pescado, verduras y pan casero.

Durante el viaje, probamos platos típicos como el tave kosi (cordero al horno con yogur), el byrek (empanada rellena de espinacas o queso) y diversos guisos locales servidos con rakia, el aguardiente tradicional que nunca falta en la mesa. Comer en Albania es una delicia y, para aquellos que no les gusta mucho experimentar, el toque de nuestra dieta mediterránea está muy presente.

Ruinas de Apolonia en Albania

Las ruinas de Apolonia o de Butrinto, un lugar que debes visitar

En Korça, además de su aire elegante y su arquitectura neoclásica, destaca su reconocida cerveza artesanal —la más popular del país— y su ambiente gastronómico, especialmente durante el Festival de la Cerveza. Cafés tradicionales y restaurantes familiares invitan a probar platos caseros en un entorno acogedor y tranquilo.

Por su parte, en Përmet la gastronomía cobra protagonismo con productos locales como quesos de oveja, mermeladas artesanales y rakia casera, elaborados por familias que siguen recetas transmitidas por generaciones. Degustar la cocina de montaña junto al río Vjosa es una experiencia que no te puedes perder.

Cada región de Albania ofrece un sabor distinto, un producto típico, un ritmo diferente en torno a la mesa. Comer bien es, sin duda, una de las grandes sorpresas del país.

Playas de Albania: el Jónico como secreto mediterráneo

Uno de los puntos más esperados de viajar a Albania es descubrir el litoral albanés y esas playas que tanto aparecen cada verano en redes sociales. Aguas turquesas, calas escondidas, pueblos marineros con sabor mediterráneo y precios todavía muy asequibles, hacen de la costa albanesa un auténtico tesoro. La costa se divide en dos zonas: el Adriático, al norte, con playas largas y familiares como Durrës o Vlora; y el mar Jónico, al sur, que guarda algunas de las playas más hermosas del país.

Desde Himara hasta Ksamil, cada curva de la carretera SRSH8 regala una postal: acantilados que caen al mar, pequeños embarcaderos, bosques de pinos y aguas que rivalizan con las de Grecia o Croacia. En Dhërmi, el ambiente es joven, con bares junto al mar y música en directo al atardecer. Jale y Gjipe, más escondidas, son ideales para quienes buscan tranquilidad en un entorno salvaje.

Vlora, ubicada justo donde se encuentran el Adriático y el Jónico, ofrece un ambiente más urbano, con un largo paseo marítimo, playas accesibles como Plazhi i Ri, y un entorno moderno que combina gastronomía frente al mar, cultura e historia. Es también un excelente punto de partida para explorar la Riviera albanesa o para hacer excursiones en barco a la isla de Zvernec o la antigua base militar de Sazan.

Ksamil, al sur, muy cerca de la frontera con Grecia y frente a la isla de Corfú, es quizá la más popular. Sus pequeñas islas, que se pueden alcanzar nadando o en barca, crean un entorno paradisíaco. A pesar de su creciente popularidad, aún conserva ese aire de destino emergente. Las playas en Albania no son solo para tomar el sol. Son una invitación a conectar con un Mediterráneo más sencillo, más salvaje y menos construido. Un lugar donde el sonido del mar aún compite con el silencio de las montañas que caen al agua.

Vista del lago de Ohrid, Albania

El lago de Ohrid fue una de las vistas más bonitas de este viaje

Así fue una ruta llena de sorpresas

Y una vez visto en profundidad lo que es el país, me gustaría aprovechar para compartir de primera mano mi propia experiencia:

Mi viaje comenzó en Madrid, con un vuelo directo a Tirana. Desde allí, recorrimos buena parte del país en una ruta que incluyó también un paso por Ohrid, en la vecina Macedonia del Norte, con un lago precioso de agua cristalina y su tan famoso monasterio de San Naum. La postal que tienes desde aquí es sin duda una de las mejores del viaje. Además, junto al lago también visitamos el Parque Nacional Galiciça, una auténtica joya que recorrimos en barquita adentrándonos en su lado más salvaje.

Volviendo a Albania, cruzamos montañas y pueblos hasta llegar a Korça, tierra de cerveza artesanal y arquitectura neoclásica. Después, los paisajes cambiaron radicalmente al acercarnos al sur, a través de Përmet, donde almorzamos rodeados de montañas con unas vistas que quitaban el aliento. Y más adelante, en Vlora, nos encontramos con una ciudad portuaria bañada por el Adriático, moderna y con aires de expansión.

Cada jornada combinó visitas culturales, encuentros con la gente local y la posibilidad de conocer hoteles y alojamientos con carácter propio.

Consejos útiles si viajas a Albania

  • Moneda: Lek albanés (ALL). Aunque el euro es aceptado en zonas turísticas, conviene llevar moneda local para pagos menores. 1 € ≈ 102 lek apróx.
  • Idioma: Albanés. Muchos albaneses hablan inglés o italiano. Saber un “faleminderit” (gracias) abre muchas sonrisas.
  • Religión: País laico y tolerante. Convivencia pacífica entre islam suní, cristianismo ortodoxo, catolicismo y población no creyente.
  • Seguridad: País muy seguro. Precauciones básicas en zonas concurridas.
  • Roaming: No incluido en el acuerdo de la UE. Mejor comprar una eSIM/SIM local o usar Wi-Fi.
  • Carreteras: Buen estado general. Precaución en zonas rurales o de montaña.
  • Electricidad: 220V, enchufes tipo C y F, como en España.
  • Clima: Mediterráneo. Veranos calurosos, noches frescas en montaña.
  • Costumbres: Hospitalidad genuina. Es habitual ofrecer café al visitante. Propinas bien recibidas, pero no obligatorias.
  • Sanidad: Sin vacunas obligatorias. Mejor viajar con seguro o tarjeta sanitaria europea.

Una Europa diferente

En definitiva, Albania no es aún un destino masivo, y eso es parte de su encanto. Desde Turisferr creemos firmemente que ahora es el momento de descubrirlo. Es Europa, pero no del todo. Tiene la historia de Grecia, el sabor de Turquía, la espiritualidad de los Balcanes y una identidad propia que no se puede encasillar. Y es, sin duda, uno de esos lugares que sorprenden. Un país que, cuanto menos esperas, más te ofrece. Un destino perfecto para quienes buscan autenticidad, historia, paisajes y una forma distinta de viajar.