CUENCA. LA CIUDAD DE LAS CASAS COLGADAS ES LA CAPITAL ESPAÑOLA DE LA GASTRONOMÍA 2023.

O2º 8’10.14” N40º 4’29.71” Si el lector curioso teclea en Google estos datos, le conducirá a Cuenca, la ciudad mágica de las Casas Colgadas, declarada en 1996 Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en el año 2023 galardonada con el Título de Capital Española de la Gastronomía.

EL AVE le trasladará desde Madrid en 58 minutos. Si lo hace desde Valencia, tardará 53. Cuenca creció en lo alto de unos riscos, abrazada por dos ríos que han formado un lento y serpenteante trazado: La Hoz del Júcar y la Hoz del Huécar son sinuosos recorridos, de paredes inalcanzables, para presentarnos una ciudad que los árabes fundaron por el año 711. Caminar por el casco histórico es descubrir callejuelas estrechas y empinadas, palacios y caserones de impecables fachadas, plazas recoletas y el silencio absoluto y relajante que atrae al visitante El arte y la cultura afloran por las calles de la ciudad medieval. Iglesias, conventos y viejas casonas proclaman su orgulloso pasado.

Cientos de argumentos justifican la aventura de descubrir esta ciudad castellano-manchega. Recorrer su casco antiguo, galardonado por la UNESCO, entrar en el paraíso de «La Ponderosa» y reconciliarse con la vida a través de los sabores, subir hasta sus más altos y paradójicos rascacielos, sobrevolar con la vista de pájaro la Hoz del Júcar y del Huécar que abrazan a la ciudad. En Cuenca es fácil callejear, tapear, hablar. En una palabra: Vivir.

LAS CASAS COLGADAS.

Y guardar la foto icónica de Cuenca: sus famosas Casas Colgadas. El orgullo de la ciudad deben su nombre a que nacen en una pared vertical que arranca en la orilla del río Huécar y se alza al lugar donde las águilas anidan. En ese impresionante lugar, se levantaron. Su origen es confuso, lo que las hace casi mágicas: Musulmán o medieval (s. XIV-XVI). Realizadas en mampostería con sillares en las esquinas y asentadas en ménsulas, se asoman al río desde sus balcones voladizos de madera sobre el acantilado.

El mito, la magia y la leyenda las elevó a la categoría de monumento, y hoy es la imagen más representativa de la ciudad, la que atrae la mayoría de selfis de los miles de turistas que visitan la ciudad.

En la actualidad son tres casas restauradas en el siglo XX. Del conjunto, tres son visitables: la casa de la Sirena, que aloja el restaurante que dirige el chef Jesús donde degustar la tradición, y las Casas del Rey, que permiten observar elementos originales de construcción en su interior, como la viguería de madera y que albergan, para deleite de todos, “el más bello pequeño museo del mundo”: el Museo de Arte Abstracto Español.

RECORRIDO HISTÓRICO Y MONUMENTAL.

Empezará en la Plaza Mayor, donde conviven los dos edificios que representan el poder: el Ayuntamiento y la Catedral. El poder civil y el poder eclesiástico. El visitante se asombrará ante este mini Manhattan de los rascacielos conquenses. Los Rascacielos del Huécar son un conjunto de 30
edificios entre medianerías cuyas fachadas traseras dan a la Hoz constituyendo un gran muro de 8 o 10 plantas, con profusión de numerosos y diversos elementos arquitectónicos. Por su parte, los Rascacielos del Júcar son también un conjunto de edificios de viviendas entre medianerías que conforman una cornisa de gran calidad sobre la hoz del río. Está constituido por edificaciones de traza medieval, sobre solares, estrechos y largos, de diferentes tamaños, que forman un conglomerado discontinuo de volúmenes.

Ciudad artística, destaca su incomparable Museo de Arte Abstracto, iniciativa cultural que desde 1966 ha cambiado el futuro de la ciudad manchega, fruto de la iniciativa del pintor filipino Fernando Zobel que da nombre a la estación del AVE. Hoy se exhibe la más completa colección de obras del arte abstracto español que incluye creaciones de Antonio Saura, Fernando Zobel, Gerardo Rueda, José Guerrero, Eusebio Sempere, Luis Feito, Gustavo Torner, Manuel Millares y otros artistas de la generación.

LA COCINA DELICIOSA.

Cuenca ofrece también un panorama de cocina novedosa, creativa y de vanguardia. Los protagonistas de este relevo generacional son jóvenes cocineros, surgidos de la formación profesional. En palabras de los propios cocineros: «Hemos dado un paso adelante en la elaboración de los platos tradicionales que son el fundamento de la cocina serrana y la cocina conquense».

Tesoros de la cultura popular forjada durante siglos son platos de cocina tradicional, austera y sencilla, en total conexión con el entorno natural y monumental, su vínculo estrecho con una despensa inigualable basada en los productos de calidad y con sello de Denominación de Origen. La cocina de Cuenca y provincia se viste con la etiqueta de «cocina diferente y deliciosa», arropada por la larga nómina de tesoros gastronómicos de sabor añejo, con señas de identidad propia y auténtica como el morteruelo pastoril, el ajoarriero, los zarajos. Cocina de siempre e imperecedera que convive con una gastronomía atrevida, innovadora y diferente, de elaboración cuidada y ternura en el trato.

Ahora, los restauradores conquenses saben elaborar una cocina exclusiva y personal que va en consonancia con las particularidades patrimoniales, históricas y naturales de nuestra ciudad, utilizando las mismas materias primas de sus antepasados, los condicionantes de una modernidad exigente a un turismo que pretende significar sus gustos y deseos a esa simbiosis entre ocio, conocimiento y paladar; con la puesta en valor de técnicas culinarias adaptadas a un paisaje, paisanaje e identidad vanguardista.

Texto: PEDRO PALACIOS